Tal como se preveía, el líder opositor ruso, Alexéi Navalni, fue detenido ayer sólo de aterrizar en Moscú procedente de Berlín, donde había estado viviendo desde septiembre recuperándose de un envenenamiento con gas nervioso atribuido a los servicios secretos de su país.

Navalni, de 44 años y enemigo número uno del Kremlin, fue arrestado por la policía en el control de pasaportes del aeropuerto moscovita Xeremétievo, según las imágenes en directo transmitidas por diversos medios digitales y según la portavoz de la activista, Kira Yarmysh, que confirmó la detención en un tuit.

Sus partidarios le esperaban en el aeropuerto de Moscú-Vnúkovo, donde en un principio debía aterrizar su vuelo, pero las autoridades lo desviaron para evitar la atención de la prensa, lo que originó momentos de tensión entre los cientos de seguidores que se habían congregado para recibirlo y los cuerpos de seguridad. La policía practicó decenas de detenciones, incluida la del hermano de Navalni, Oleg, y de la estrecha colaboradora Liubov Sobol.

En el momento del arresto, el opositor ruso pidió que le acompañara su abogado, pero la policía se negó y se lo llevó. El político se despidió de su esposa, Yulia, con quien había volado desde la capital alemana.

“Les puedo decir que estoy muy contento de haber vuelto y que este es mi mejor día de los últimos cinco meses; estoy en casa “, declaró Navalni los periodistas antes de que los agentes se lo llevaran.

El opositor ruso reiteró el agradecimiento a Alemania y, en particular, a los médicos y enfermeras que le asistieron mientras se recuperaba del envenenamiento con el agente nervioso Novitxok, del que ha culpado directamente al presidente ruso, Vladimir Putin.