Más de 200.000 personas participaron ayer en la Marcha de la Libertad en la capital bielorrusa, Minsk, en el octavo día de protestas contra el fraude en las elecciones presidenciales del 9 de agosto. Manifestaciones similares y también multitudinarias se celebraron paralelamente en otras ciudades del país, como Goradnia, Barànavitxi y Brest.

En todas partes, los opositores planteaban las mismas exigencias: la puesta en libertad inmediata de todos los detenidos y presos políticos; la renuncia del presidente, Alexander Lukashenko, y castigo a los responsables de la represión y torturas policiales contra los manifestantes, que han dejado al menos dos muertos y casi 300 heridos y 7.000 detenidos.

Lukashenko hacer frente ayer a sus detractores con un mitin masivo en Minsk, paralelo a las movilizaciones opositoras. El presidente se dirigió directamente a su electorado en lugar de contraatacar la oposición, como hasta ahora, en reuniones con altos cargos del gobierno.

“Estoy aquí como ante Dios. Las elecciones se han celebrado. No se puede hacer cometer un fraude del 80% “, dijo, en alusión al resultado que le atribuye la comisión electoral y que la oposición pone en duda. El acto, en la plaza de la Independencia de Minsk, reunió hasta 70.000 personas, según los medios oficiales. Muchos de los asistentes fueron trasladados en autobuses desde otras ciudades, según se pudo comprobar en imágenes difundidas en las redes sociales. “Hemos construido un hermoso país, con sus dificultades e imperfecciones. A quién desea entregarlo? Si alguien quiere entregar el país, ni muerte lo permitiré “, tronó Lukashenko, rechazando la posibilidad de repetir las elecciones presidenciales, ya que esto, dijo, supondría la” muerte de Bielorrusia como estado y como nación”.

El presidente bielorruso alertó también sobre la amenaza de una intervención extranjera: “Hay tanques y aviones a 15 minutos de vuelo de nuestras fronteras. Las tropas de la OTAN hacen chirriar las orugas [los tanques] junto a nuestra puerta. ” Y señalando los vecinos occidentales: “Lituania, Letonia, Polonia y, lamentablemente, nuestra querida Ucrania, nos ordenan celebrar nuevas elecciones. Si lo aceptamos, vamos a caer en picado. “

Lukashenko llegó a su mitin después de haber recibido el apoyo explícito del presidente de Rusia, Vladimir Putin, en la segunda conversación telefónica entre ambos en 24 horas.

Según el Kremlin, Putin manifestó a su homólogo la disposición de prestarle la “ayuda necesaria” para resolver los problemas a Bielorrusia de acuerdo con los principios del tratado de la Unión Estatal Rusia-Bielorrusia y, “si es necesario, a través de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) “.

Aunque Bielorrusia podría recurrir a la OTSC, una alianza político-militar liderada por Moscú sólo en el caso de una agresión desde el exterior, la sola mención de esta posibilidad demuestra que Rusia no está dispuesta a abandonar Lukashenko.

El presidente bielorruso ha sido siempre un personaje incómodo para el Kremlin pero preferible a un líder que surja de una revuelta popular. Según el director de la radio Eco de Moscú, Alexei Venediktov, Rusia necesita Lukashenko, pero un Lukashenko debilitado, dependiente de la ayuda de Moscú.